[Originally published in RocaGallery.com. Versión en castellano sigue a continuación]
Recycling is great…in theory. In practice however, it is only as effective as the effort that is collectively put into it. Sadly, recycling is not keeping up with the speed at which things are designed; that is to say with continually shorter lifespans and calculated obsolescence. The result is growing mounds of outmoded clothing, used furniture, empty buildings and other items we no longer have any desire to use, let alone all the plastic litter that is accumulating in our seas.
The reality is that only a fraction of our rubbish actually ends up recycled (50% at best, in Switzerland, much less in most other countries), a process that moreover requires a great deal of energy. Clearly, as every waste hierarchy diagram shows, it is more effective to reduce waste in the first place, followed by re-using things we already have. As unfashionable as that may seem in the architecture and design world where ‘new’ is always ‘more desirable’, this is precisely what a handful of practitioners are doing.

A good example of design that aims to reduce waste is the Elastic Living Unit by Austrian architect Angelo Roventa. If we could live in much smaller dwellings without sacrificing comfort too much, then we would go a long way toward consuming less land, construction material, and energy. Roventa’s flexible dwelling prototype permits spaces to be expanded or reduced as they are needed by way of sliding partitions that incorporate built-in furniture. When the kitchen, which is not needed while we sleep, is reduced in size it creates a bigger bedroom (and vice versa). Suitable for singles or couples living in dense urban centres where space is a premium, the Elastic Living Unit, if implemented widely, would create a significant impact on waste and energy reduction.
For the interior design of a Camper shoe store in central Barcelona, industrial designer Curro Claret collaborated with a team of homeless persons through the Arrels Foundation to make furnishings largely out of broken pieces of furniture retrieved from dumpsters. A steel joint that allows diverse supporting legs and an upper surface to be joined together into stools, benches, tables, or lamps lies at the core of this re-use strategy, resulting in a unique furniture line in which no two pieces are alike. Lampshades were crafted from slightly imperfect Camper shoelaces that could not be sold, saving those from the dustbin as well. The result is a store interior that revels in a mix-and-match approach toward re-use, all the while helping to shore up the Camper brand as socially and environmentally conscious.
Revamping unwanted buildings is another way of reducing waste. Lacaton Vassal saved a late 1950s Parisian housing block from the wrecking ball after convincing authorities that transformation was advantageous to demolition and constructing anew. The 16-storey, 96-unit Bois le Prêtre tower block was extended outward with winter gardens and balconies to enlarge dwellings and improve energy efficiency, rejuvenating the building’s urban presence at the same time. Remarkably, construction work was carried out with inhabitants continuing to live in the building, reducing disruption and maintaining the social character of the neighbourhood.
NL Architects together with XVW Architectuur also transformed a building originally slated for demolition, in this case a heroic late-modernist slab on the outskirts of Amsterdam containing no less than 500 dwellings. The transformation involved re-purposing the first two floors into live-work units alongside more generous double-height entranceways and passageways, creating a better interface with the city. The units were delivered structurally ‘raw’ for occupants to finish according to their needs, making them more affordable while providing greater flexibility.
When architects Flores Prats were selected to transform a 19th century union hall into the new home of the Barcelona experimental theatre Sala Beckett, they decided to save and catalogue all architectural elements —doors, windows, even an entire wooden staircase— for eventual re-use in the theatre. Although the original building had to be completely adapted for its new function, and many of the elements needed to be adjusted to fit new locations, the result of this effort maintains much of the original building’s character and memory, not to mention much fewer skips having to be dumped at a landfill site.
As these examples demonstrate, architecture and design that aims to reduce or re-use waste can be every bit as creative and ‘novel’ —in spirit— as any other. By themselves, these projects are merely a drop in the ocean, of course, but their real value lies in opening an inspirational pathway toward less wasteful architecture and design. Besides, when it comes to sustainability, every little step in that direction adds up. What is needed now, if we want to seriously reduce the amount of waste we produce, is a move toward more projects like these, making reduction and re-use the new normal.
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[publicado originalmente en RocaGallery.com. Traducción: RocaGallery.com]
Reciclar es fantástico… en teoría. Sin embargo, en la práctica su eficacia es proporcional al esfuerzo común que se haga. Lamentablemente, el reciclaje no consigue ir al mismo ritmo que el diseño de los objetos; estos tienen una vida útil cada vez más corta y una obsolescencia calculada. Como consecuencia de todo ello, se amontonan la ropa que ha pasado de moda, los muebles usados, los edificios vacíos y otros artículos que ya no queremos usar, por no hablar de toda la basura plástica que se acumula en nuestros mares.
La realidad es que sólo una fracción de nuestra basura acaba siendo reciclada (50% en el mejor de los casos, en Suiza, y mucho menos en la mayoría de los demás países), un proceso que además requiere una gran cantidad de energía. Evidentemente, como muestra cada diagrama de la jerarquía de residuos, sería mucho más eficaz reducir los residuos, mientras que reutilizar lo que ya tenemos debería ser la segunda opción.
Un buen ejemplo de un proyecto de diseño que busca reducir los residuos es Elastic Living Unit, del arquitecto austriaco Angelo Roventa. Si pudiéramos habitar en viviendas mucho más pequeñas sin sacrificar la comodidad, conseguiríamos avanzar sustancialmente hacia un menor consumo de suelo, material de construcción y de energía.
El prototipo de vivienda flexible de Roventa permite ampliar o reducir los espacios según las necesidades mediante tabiques correderos que incorporan mobiliario empotrado. Cuando la cocina, que no se necesita mientras dormimos, se reduce de tamaño, crea un dormitorio más grande (y viceversa). Estas unidades resultan aptas para solteros o parejas que viven en centros urbanos densos donde el espacio es un lujo. Si este prototipo se convirtiera en una realidad para muchos buscadores de vivienda, el impacto sobre los residuos y la reducción de energía sería significativo.
Para el proyecto de interiorismo de una zapatería Camper en el centro de Barcelona, el diseñador industrial Curro Claret colaboró con un equipo integrado por personas sin hogar a través de la Fundación Arrels. El mobiliario de la tienda se hizo, en su mayoría, a partir de muebles rotos recuperados de contenedores de basura. Una junta de acero que permite unir diversas patas de apoyo y una superficie superior en taburetes, bancos, mesas o lámparas es el núcleo de esta estrategia de reutilización. El resultado final es una línea de mobiliario única en la que no hay dos piezas iguales. Las pantallas de las lámparas se hicieron a partir de cordones de zapatos de Camper que tenían alguna imperfección y que no se podían vender. También se han salvado cordones del cubo de la basura. El resultado es un interiorismo que se divierte al combinar objetos reciclados y que consolida a Camper como una marca con conciencia social y medioambiental.
Otra forma de reducir los residuos consiste en renovar edificios que han perdido interés. Lacaton Vassal salvó un bloque de viviendas parisino de finales de los años cincuenta que iba a ser demolido, tras convencer a las autoridades de que transformarlo tenía más ventajas que demolerlo y volver a construir. La torre Bois le Prêtre, de 16 pisos y 96 unidades, se amplió hacia el exterior con jardines y balcones que aportan una sensación de espacio a las viviendas, mejoran la eficiencia energética y rejuvenecen la presencia urbana del edificio. Sorprendentemente, no fue necesario desalojar a los habitantes del edificio durante la rehabilitación. Con ello, les evitaron las molestias de las mudanzas y además se mantuvo el carácter social del barrio.
El estudio NL Architects conjuntamente con XVW Architectuur también transformó un edificio que iba a ser demolido. En este caso, se trata de un descomunal bloque tardo-modernista en las afueras de Ámsterdam que contenía no menos de 500 viviendas.
La transformación ha consistido en reorientar las dos primeras plantas para convertirlas en estudios-taller. Se ha ampliado el espacio de las entradas y los pasillos de doble altura para que se relacionen mejor con la ciudad. Las unidades se entregaron estructuralmente «en bruto» para que los ocupantes las terminaran conforme a sus necesidades. Con ello, las viviendas no solo fueron más asequibles sino que además se adaptaron mejor a las circunstancias de cada inquilino.
Cuando el estudio de arquitectura Flores Prats fue seleccionado para transformar un salón de actos del siglo XIX en la nueva sede del Teatro Experimental Sala Beckett de Barcelona, decidió guardar y catalogar todos los elementos arquitectónicos, como puertas, ventanas, incluso una escalera de madera completa, para que pudieran ser reutilizadas en el teatro. Aunque el edificio original tuvo que ser completamente adaptado para su nuevo cometido, y muchos de los elementos se tuvieron que ajustar para adaptarse a nuevas ubicaciones, el resultado de este esfuerzo mantiene gran parte del carácter y esencia del edificio original, por no hablar de los muchos menos contenedores de desechos que tuvieron que ser llevados al vertedero.
Todos estos ejemplos demuestran que los proyectos de arquitectura y de diseño que buscan reutilizar o reducir los residuos pueden ser tan creativos y «novedosos» como cualquier otro. Evidentemente, por sí mismos, estos proyectos no son más que una gota de agua en el océano, pero su verdadero valor radica en el hecho de que son un paso inspirador hacia una arquitectura y un diseño menos derrochadores. Además, cuando se trata de sostenibilidad, cada pequeño paso en esa dirección suma. Lo que se necesita ahora, si de verdad queremos reducir la cantidad de residuos que producimos, es un movimiento que promueva proyectos como estos para que la reducción de desechos y la reutilización de material sean la norma y no la excepción.
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